La condena a Cristina Fernández de Kirchner no es algo aislado ni un hecho más en la política argentina. Es la muestra más clara de cómo los que siempre tuvieron el poder económico y mediático quieren castigar a quien se animó a enfrentarlos. Como parte de la Juventud Peronista, como militantes que creemos en la justicia social, no podemos mirar para otro lado.
Cristina fue y es una líder que molestó a los poderosos. Les puso límites a los grandes grupos económicos, les devolvió derechos a los trabajadores, les dio oportunidades a los jóvenes y fortaleció la soberanía de nuestro país. Su forma de gobernar –inspirada en las ideas de Perón y Evita– fue una amenaza para los que siempre decidieron por todos sin haber sido elegidos por nadie. Por eso hoy no la condenan por cometer delitos, sino por haber defendido al pueblo.
Esta condena forma parte de una estrategia que se repite en muchos países: usan a la Justicia como arma para perseguir a dirigentes populares. No buscan justicia de verdad, sino sacarla del medio. Dicen que lo hacen en nombre de la “República” y la “honestidad”, pero en realidad es una manera de proteger a los que sí se benefician de la pobreza y del desorden.
Nosotros, los que nacimos en democracia, los que aprendimos a militar bajo la conducción de Cristina y el ejemplo de Néstor, no podemos aceptar que se use la Justicia para sacar de la cancha a quienes defienden a las mayorías. Porque cuando proscriben (es decir, cuando quieren prohibir) a una líder como Cristina, quieren apagar la esperanza de millones de personas.
Y no lo vamos a permitir.
Como jóvenes organizados, no estamos defendiendo solo a una persona. Estamos defendiendo una idea de país: un país con trabajo, con derechos, con educación y salud pública. Cristina representa eso. Y su condena es también un mensaje para que ningún otro se anime a defender al pueblo. Pero se equivocan. Porque por cada Cristina que quieran silenciar, nacemos miles con la decisión de seguir su camino.
La historia nos llama. La patria nos necesita.
Hoy, como siempre, creemos que la verdad está en lo que vive el pueblo. Y la realidad es que la Argentina necesita justicia social, independencia económica y una política que piense en la gente. Ningún fallo judicial va a borrar el amor del pueblo por Cristina.
Seguimos organizados. Seguimos militando. Porque como dijo Evita:
“Renuncio a los honores, pero no a la lucha.”
¡Contáctate con nosotros y forma parte del movimiento popular más grande del país!
La condena a Cristina Fernández de Kirchner no es algo aislado ni un hecho más en la política argentina. Es la muestra más clara de cómo los que siempre tuvieron el poder económico y mediático quieren castigar a quien se animó a enfrentarlos. Como parte de la Juventud Peronista, como militantes que creemos en la justicia social, no podemos mirar para otro lado.
Cristina fue y es una líder que molestó a los poderosos. Les puso límites a los grandes grupos económicos, les devolvió derechos a los trabajadores, les dio oportunidades a los jóvenes y fortaleció la soberanía de nuestro país. Su forma de gobernar –inspirada en las ideas de Perón y Evita– fue una amenaza para los que siempre decidieron por todos sin haber sido elegidos por nadie. Por eso hoy no la condenan por cometer delitos, sino por haber defendido al pueblo.
Esta condena forma parte de una estrategia que se repite en muchos países: usan a la Justicia como arma para perseguir a dirigentes populares. No buscan justicia de verdad, sino sacarla del medio. Dicen que lo hacen en nombre de la “República” y la “honestidad”, pero en realidad es una manera de proteger a los que sí se benefician de la pobreza y del desorden.
Nosotros, los que nacimos en democracia, los que aprendimos a militar bajo la conducción de Cristina y el ejemplo de Néstor, no podemos aceptar que se use la Justicia para sacar de la cancha a quienes defienden a las mayorías. Porque cuando proscriben (es decir, cuando quieren prohibir) a una líder como Cristina, quieren apagar la esperanza de millones de personas.
Y no lo vamos a permitir.
Como jóvenes organizados, no estamos defendiendo solo a una persona. Estamos defendiendo una idea de país: un país con trabajo, con derechos, con educación y salud pública. Cristina representa eso. Y su condena es también un mensaje para que ningún otro se anime a defender al pueblo. Pero se equivocan. Porque por cada Cristina que quieran silenciar, nacemos miles con la decisión de seguir su camino.
La historia nos llama. La patria nos necesita.
Hoy, como siempre, creemos que la verdad está en lo que vive el pueblo. Y la realidad es que la Argentina necesita justicia social, independencia económica y una política que piense en la gente. Ningún fallo judicial va a borrar el amor del pueblo por Cristina.
Seguimos organizados. Seguimos militando. Porque como dijo Evita:
“Renuncio a los honores, pero no a la lucha.”
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